Falsos mitos sobre la humedad

A menudo a la palabra humedad se asocian "lugares comunes" que le dan una acepción negativa.
En realidad, muchas convenciones que se tienen sobre la humedad son erróneas debido a un conocimiento superficial de lo que esta es realmente. 
En esta sección queremos, por lo tanto, enumerar los "falsos mitos" más comunes asociados a la humedad, para comprender que es más útil (y a menudo indispensable) de lo que se piensa en general. 
Por esto, muchas veces es necesario producirla con los humidificadores.
 
Fuera hay niebla
Un metro cúbico de aire exterior a una temperatura de 0 ºC y al 75% de humedad relativa contiene 2,9 gramos de vapor de agua; ese mismo aire, calentado a 20 ºC (temperatura media interior de las casas), sin la adición de vapor de agua, presenta una tasa de humedad relativa del 20%: este valor es ciertamente demasiado bajo para que un ser humano pueda estar bien.
La humedad relativa mínima indispensable para el bienestar de las personas, efectivamente, es del 45%-50%.
La humedad relativa depende de la temperatura: cuanto más se calienta el aire más disminuye la humedad relativa.
Por ejemplo, en invierno un aire exterior a 0 °C con niebla (100% de humedad relativa), calentado en un ambiente interno a 22 °C genera una humedad relativa del 23%.
Incluso, en un lugar con un invierno muy seco, con una temperatura exterior de 0 °C y una humedad relativa del 30%, si la temperatura se eleva a 22 °C, la humedad relativa llega al 7%. 
Por lo tanto, incluso si en el exterior hay niebla (mucha humedad en el aire), no quiere decir que en el interior de un ambiente calefactado el nivel de humedad sea óptimo. 
Para alcanzar el nivel óptimo es necesario humectar.
 
Humedad y sensación de frío
Existe un efecto fisiológico de la humedad que a menudo no se considera: el efecto sobre la sensación de calor o frío. Es conocido que la sudoración es un importante mecanismo de regulación térmica del organismo: la evaporación del sudor sustrae calor y por lo tanto refresca. 
En verano, cuando hace calor, el aumento de la sudoración tiende a rebajar la temperatura de la piel a un valor aceptable. Una humedad demasiado elevada del aire obstaculiza la evaporación (situación de bochorno), mientras que el aire seco favorece la evaporación y, por lo tanto, el enfriamiento.
En invierno, el aire más seco favorece la evaporación y, por lo tanto, el enfriamiento de la piel. El efecto más inmediato de este fenómeno es que a igualdad de temperatura, cuanto más seco está el aire más frío se siente. A las temperaturas típicas de un ambiente calefactado, la "temperatura aparente" (es decir, la percepción subjetiva de temperatura que expresa el estado de bienestar de las personas) aumenta casi 2 °C si se aumenta la humedad relativa del 25% al 50%. En otras palabras, si el nivel de humedad es correcto, además de beneficiarse de todas las demás ventajas, es posible calentar menos los ambientes internos.
 
Consecuencias del aire seco sobre las personas y las cosas
La humedad es muy importante también para la salud de las personas.
Para las personas, un problema derivado de una escasa humedad del aire es la sensación de irritación en los ojos, es decir la sequedad de la córnea, que se convierte en un verdadero problema sobre todo para los usuarios de lentes de contacto. También la piel se resiente de la humedad del aire, agrietándose cuando esta es baja, especialmente en las manos y en el rostro, que están en contacto directo con el aire seco. 
Otro problema fastidioso es la sequedad de las mucosas de las vías respiratorias, que además de agravar el asma y las alergias en las personas predispuestas, disminuye las defensas del organismo. 
Si, por otra parte, se considera el efecto de la escasa humedad sobre las cosas, los ejemplos realmente no faltan. Se define como higroscópico todo material cuyas células absorben agua causando una variación en sus dimensiones, efecto verificable en el papel, en los tejidos, en algunos materiales plásticos, en la madera, en las frutas y verduras y en otros materiales que tienen la propiedad de absorber o liberar humedad. Además, la humedad influye en las características físicas de los materiales, tales como la viscosidad (por ejemplo, la fotorresistencia en la industria microelectrónica), la resistencia mecánica/fragilidad (industria textil, industria del tabaco, manufactura de la madera) y la probabilidad de descargas electrostáticas (industria papelera, textil, electrónica).
 
Fuentes de humedad en el interior de las casas
En las casas existen muchas fuentes de humedad, desde los paños tendidos a secar, hasta el agua de la pasta que hierve. 
Pero en las casas se entra y se sale, se abren las ventanas, las propias paredes transpiran, por no hablar de la presencia de inevitables pequeñas fisuras. Un aspecto poco conocido, en cambio, es que cualquier renovación trivial de aire, como por ejemplo la apertura de una ventana, si bien tiene un efecto irrelevante sobre la temperatura del ambiente, provoca sin embargo una pérdida de humedad relativa bastante importante. 
En otras palabras, el vapor de agua "escapa fuera" mucho más rápidamente que el calor, justo a causa de las propiedades físicas de los gases. 
Se llega, por lo tanto, a la paradoja de que en invierno, renovar el aire sin aportar humedad puede empeorar la calidad del aire porque lo deja demasiado seco.
Además, los recipientes llenos de agua apoyados en los radiadores, no sirven de nada, porque se evapora demasiado poca agua. 
Para comprobarlo, basta medir la humedad con un simple higrómetro de pared, con y sin el agua en el recipiente: no se detecta ninguna diferencia significativa.