Presión y temperatura

 

Durante los procesos de cambio de estado (ver también "CREAR FRÍO") y en particular durante la evaporación de un fluido, la temperatura permanece constante.

Sin embargo, hay que considerar que el valor exacto de la temperatura de evaporación es  distinto según sea el fluido refrigerante y las condiciones de presión en las que se produce el proceso.

En particular, a presiones elevadas el proceso de cambio de estado se produce a temperaturas elevadas y viceversa.
 
Cocinando pasta en la montaña
(para amantes de la cocina italiana)
Quien haya intentado cocinar pasta en la montaña habrá notado seguramente que la cocción de la pasta necesita más tiempo y no da los mismos resultados de consistencia normales.  El motivo está relacionado con la dependencia de la presión del fenómeno de evaporación del agua.
En la montaña la presión atmosférica es también notablemente inferior respecto a la del nivel del mar y por este motivo el agua no hierve a 100°C sino a 95, 90 o incluso a 70 °C (¡en la cima del Everest!). Esto hace que la cocción de la pasta sea menos eficaz respecto a lo que se experimenta al nivel del mar.

La correlación entre presión y temperatura de cambio de estado es válida para cualquier fluido en la naturaleza.

 

El circuito frigorífico es un circuito cerrado en el que el compresor permite una variación significativa y controlada de la presión del fluido refrigerante para controlar la temperatura a la cual se produce la evaporación y, como se puede leer en "ELEMENTOS DEL CIRCUITO FRIGORÍFICO", la condensación.

Controlando la temperatura de evaporación se controla la del aire que circunda el evaporador y, como consecuencia, la de los alimentos. 

Por lo tanto en muchas aplicaciones, como por ejemplo en la mayoría de los supermercados modernos, es el control de la presión del refrigerante lo que permite el control de la temperatura de los alimentos.

Subrayamos que cada fluido tiene una dependencia característica entre presión y temperatura de evaporación y condensación que lo hace más o menos idóneo para su uso como refrigerante.

El agua, por ejemplo, no puede evaporar a temperaturas bajo cero ni siquiera a presiones reducidísimas.

Son buenos refrigerantes los fluidos que tienen temperaturas de evaporación bajas a presiones incluso superiores a la atmosférica además de tener buenas propiedades de intercambio de calor y transporte.

Un buen refrigerante debe además tener presiones de condensación no demasiado altas a las condiciones a las cuales normalmente se encuentra el condensador (por ejemplo, en contacto con el aire ambiente exterior que asume valores máximos variables entre 25 y 45°C).

Es importante también la capacidad de mezclarse y transportar el aceite contenido en los compresores.

Por último, no se deben olvidar propiedades negativas como la inflamabilidad y la toxicidad que deben ser, obviamente, limitadas.